viernes, 28 de enero de 2011

LA DIÓCESIS DE ZÁRATE-CAMPANA EN LA HUELLA DE LA “MISIÓN CONTINENTAL”

LA DIÓCESIS DE ZÁRATE-CAMPANA EN LA HUELLA DE LA “MISIÓN CONTINENTAL”, A LA QUE COMENZÓ EN 2007 E INICIÓ OFICIALMENTE EN 2009
La misión continental a la que nos han llamado los Obispos de América Latina y el Caribe, guiados por el Papa Benedicto XVI, ha tenido inicio en nuestra diócesis el 9 de mayo de 2009, día en que hemos celebrado las fiestas patronales diocesanas (sábado posterior a la festividad de la Virgen de Luján) y la consagración de la diócesis al Sagrado Corazón de Jesús. El documento de Aparecida deja a las Conferencias episcopales el inicio a elegir para la misión continental, y la CEA lo dejó a criterio de las diócesis; pero lo más importante es que la opción por la misión sea permanente, pues, como nos había enseñado con su exclamación el Papa Pablo VI en “Evangelii nuntiandi”: “Iglesia, tu nombre es misión”.
En nuestro post anterior ya hemos informado sobre algunas de las iniciativas misioneras, acompañadas por los Pbros. Mauricio Aracena, Fernando Fusari, Jorge Ritacco, Agustín Villa y por Mons. Marcelo Monteagudo. A las distintas misiones juveniles (de los jóvenes misioneros de la diócesis) en diversos lugares (Campana, Baradero, Belén de Escobar, San Antonio de Areco) se han unido numerosos “gestos especiales de misión” tanto de jóvenes como de adultos (o de ambos juntos, habiéndose dado que se han adjuntado a la misión diocesana grupos de padres de familia). Dichos gestos especiales de misión tuvieron lugar en ámbitos diversos de la diócesis, y, tal como lo hemos consignado en el artículo precedente de esta página, en particular en el barrio de Ntra. Sra. de Fátima (de Zárate), en Barrio “Río Luján” de Manzanares (Pilar),  en el Barrio “Philips” de Belén de Escobar y en la localidad de Villa Lía (San Antonio de Areco). Nuestro obispo ha pedido que, en razón de la índole permanente de la misión, no se deje los lugares donde se ha misionado, sino que, en la medida de lo posible, se prosiga a fines de este año o a comienzos del próximo, así como se destaque la dimensión misionera “de toda la pastoral ordinaria” y la dimensión misionera del rol de los laicos en todos nuestros ambientes, necesitados de evangelización y de promoción humana.
Por su parte, con ese mismo espíritu de misión, Mons. Oscar Sarlinga ha visitado en el mes de enero las experiencias misionales de los jóvenes (mencionadas), y el Hogar la Paz y la Alegría, de las Hnas. de la caridad (de la Madre Teresa de Calcuta, en Zárate), el Hogar de Ancianos de las Hermanas de Santa Marta (en Pilar), la capilla de Nuestra Señora de la Paz, en Barrio “Dallera” (en Campana) así como tiene proyectado visitar la capilla de San Pedro, en el barrio “Villanueva” de Campana y  otras capillas y centros pastorales de otros partidos de la diócesis, también distintas celebraciones en la iglesia catedral e iglesia co-catedral (como la Presentación del Señor, o “Candelaria”) así como nos ha recordado con anticipación la invitación para participar del erigimiento de la nueva parroquia de Nuestra Señora de la Paz y San Francisco de Asís (en Pilar) con sendas celebraciones en los días 19 y 20 de febrero (el nuevo cura párroco será el Pbro. Gabriel Micheli).
El obispo nos dice que la misión tiene como centro irradiador al primer mandamiento, el de amar al prójimo como a sí mismo (Ev. de Mateo, 22, 317-39) así como la unión entre evangelización y promoción humana integral, a tenor de las palabras del profeta Isaías: “aprendan a hacer el bien, busquen la justicia, levanten al oprimido, hagan justicia al huérfano, defiendan la causa de la viuda” (Isaías 1: 16-17).
Como fruto de las misiones juveniles, van formándose en las comunidades los grupos de Infancia Misionera, como por ejemplo el de Villa Lía (San Antonio de Areco) cuyo testimonio transcribimos a continuación, y también grupos misioneros “nacientes” como el de Baradero:
GRUPO DE INFANCIA MISIONERA
“MENSAJEROS DE MARÍA”
Villa Lía  – San Antonio de Areco
Testimonio:
Somos un grupo de Infancia Misionera llamado, “Mensajeros de María”. Vivimos en Villa Lía. El grupo está formado por unos 20 chicos, de los cuales once ya recibimos a Jesucristo en la Eucaristía. Nos guía y acompaña un matrimonio de nuestra comunidad, Nancy y Fernando; y otros padres, que se van sumando, de los que forman el grupo.
Comenzamos a misionar, visitando las casas en nuestro pueblo en el mes de agosto de 2010, acompañando frecuentemente a los abuelos del geriátrico. Llevábamos por los hogares mensajes de Nuestra Madre del Cielo, la Virgen María, la Palabra de Dios invitando a las familias a Misa, a la celebración de la Palabra o al rezo del Rosario.
Tuvimos también una convivencia de tres días en nuestra Capilla San José, donde celebramos la Palabra cada día, rezamos el rosario, jugamos y también nos formamos aprendiendo más sobre Jesús y la Iglesia.
El 19 de enero haremos una “Campaña del rosario” por las calles de San Antonio de Areco, repartiendo rosario a los que pasen.
El 5 de febrero, Dios mediante, planeamos ir a misionar por tres días a Santa Coloma, partido de Baradero.
Nuestra fuerza es el rezo del Santo Rosario porque es lo que agrada a nuestra Madre y su Hijo Jesús.
La idea de armar este grupo misionero surgió porque vimos chicos jóvenes que vinieron a misionar de la Catedral Santa Florentina, de Campana, en las vacaciones de invierno pasadas. La visita de los chicos en las casas y por nuestro pueblo dejó una semilla que fue germinando de a poco: entusiasmo, ganas de conocer a Jesús y vivir como Él. Del 3 al 9 de enero del 2011 estuvo otra vez este grupo misionero de Campana y siguieron sembrando: aprendimos a animar a los más pequeños y a trasmitirles el Evangelio, a trabajar en equipo, aumentaron nuestras ganas de, como ellos, llevar a Jesús a los demás; y hasta dos muchachos del grupo de Infancia Misionera de Villa Lía se animaron a tocar la guitarra en las misas. Esperemos poder comenzar a formar nuestro propio coro, pues nadie se animaba a tocar la guitarra en nuestra capilla. Además 5 adolescentes se sumaron a nuestro grupo y si perseveran recibirán su la cruz misionera en cuaresma.
En la misa del sábado 8 de enero, en la que finalizó la misión, recibimos la cruz misionera todos los miembros del grupo. Las bendijeron y nos las entregaron Mons. Marcelo Monteagudo, delegado diocesano para las misiones; el padre Santiago Whelan, párroco de nuestra parroquia de San Antonio de Padua en Areco, y el padre Agustín Villa, vicario de la Catedral, quien misionaba junto a los jóvenes. Queremos agradecer en particular a los padres Agustín, Hugo, Marcelo y a nuestro párroco, el padre Santiago, y todos los jóvenes que dedicaron esta semana a nuestra capilla. Gracias, y seguimos unidos en la oración.
NACIENTE GRUPO MISIONERO DE BARADERO
El naciente grupo misionero de Baradero, con el acompañamiento de Fernando Fusari, se encaminaban hacia la ciudad de Escobar para misionar la zona del barrio del cementerio, como se conocía en la comunidad. Las actividades comenzaron el 4 a la mañana, comenzando con una hora de adoración al Santisimo, continuando con las visitas a las casas en las que se invitaban a las actividades que se realizarían por la tarde con los niños y jovenes, continuada por un rosario por las calles, la Santa misa y terminando con charlas con los adultos de la comunidad. Al rededor de 62 niños se acercaron a la capilla Sta. Clara de Asís para compartir las actividades diarias, 15 jóvenes y un numero parecido de adultos, 40 manzanas misionadas, se administraron 3 bautismos y la bendición de casas en la localidad. Los jóvenes quieren iniciar un grupo y varios niños se han anotado en la catequesis para recibir los sacramentos. Las actividades culminaron el 12 con la Santa Misa, un rosario por las calles con velas que terminó en el patio de la capilla, con un fogón al que se acerco toda la comunidad, esta agradeció la visita de los misioneros en el lugar y los bautizó como “Campanitas de alegría” en el barrio, al fogón también se acercó el grupo de co-Catedral, y en comunidad se compartió la misma alegría, ese Cristo anunciado.
Ante estas experiencias de misión, queremos preguntar a cada uno de los cristianos de nuestra diócesis: ¿Ya te uniste a la Gran Misión Continental? La Gran Misión Continental no es otra cosa que ese compromiso personal o en comunidad, para llevar la Buena Nueva del Evangelio a todos los rincones del continente
¿Ya te uniste a la Gran Misión Continental?
Hace casi un año nuestros obispos se reunieron en Aparecida, Brasil, para elaborar el documento: “Discípulos y misioneros de Jesucristo para que nuestros pueblos en Él tengan vida”; en este trascendental documento, donde se abordaron una infinidad de temas de vital importancia para nuestra Iglesia, se hizo un especial énfasis en la necesidad de insertar a todo cristiano en un proceso de cinco etapas, que empezaran con el encuentro con Cristo y terminaran con una necesidad personal, de aquel que ha descubierto ese grande amor, para compartirlo con los demás.
A partir de ese documento y buscando ser una herramienta que facilitara la lectura y la compresión del documento de Aparecida, es que surgió Misión Aparecida, ¡Manos a la obra!, una invitación para unirse a la Gran Misión Continental que no es otra cosa que ese compromiso personal o en comunidad, para llevar la Buena Nueva del Evangelio a todos los rincones del continente y principalmente a nuestras familias, comunidades y lugares de trabajo.
Desde ese momento hasta la fecha, se han unido a esta iniciativa 650 apostolados y 1400 misioneros, más de 2000 apóstoles de Jesucristo que como Misioneros de la Gran Misión Continental están aprovechando la oportunidad de contactar a otros discípulos para compartir testimonios, aprovechar experiencias y emprender nuevos proyectos en conjunto.
Sin embargo, creemos que el mensaje de Aparecida tiene que llegar a muchas más personas que estén decididas a defender su fe y trabajar por la Iglesia; es por ello, que nuevamente queremos invitarlos para que visiten Misión Aparecida, exploren y reflexionen con detalle sobre los textos que cada apartado incluye, y se sumen a esta iniciativa, registrándose como misioneros o involucrando a sus apostolados.
Recordemos que en el discurso de Su Santidad a los Cardenales, Arzobispos y Prelados afirmó: “los cristianos en América Latina, y con ellos los de todo el mundo, están llamados ante todo a ser cada vez más “discípulos de Jesucristo”. ¡No podemos hacer oídos sordos, ante una invitación tan directa!

viernes, 14 de enero de 2011

PROSIGUE LA "MISIÓN JOVEN" EN ENERO EN LA DIÓCESIS DE ZÁRATE-CAMPANA

Con la organización de la delegación de misiones, a cargo de Mons. Marcelo Monteagudo, y de los grupos misioneros de las parroquias concernidas, prosigue la misión joven en la diócesis, en distintos ámbitos de su geografía, con un sentido pastoral dentro de los ejes de comunión y misionariedad del Plan pastoral diocesano. Mons. Oscar Sarlinga concurrió a visitar los grupos misioneros y compartió con los jóvenes la experiencia que ellos han tenido de la misión, de la visita a las familias, y de las distintas actividades que realizaron.
Como se viene realizando ya hace varios años, durante el tiempo de verano, se intensifica la actividad misionera en la Diócesis. Durante estas últimas semanas numerosos jóvenes de distintas comunidades han realizado experiencias de misión en distintos puntos de nuestra Iglesia particular.
El grupo de jóvenes “Natividad Joven” de la Cocatedral Natividad del Señor de Belén de Escobar misionó el Barrio Río Lujan perteneciente a la Parroquia San Luis Gonzaga de Manzanares-Pilar. La misión tuvo lugar entre los días 3 al 10 de enero. Fueron en torno a veinte jóvenes provenientes tanto de la comunidad parroquial como del Colegio Santa María de la misma localidad, con el que se va logrando una fuerte inserción en la vida pastoral. Los estuvo coordinando y acompañando el P. Mauricio Aracena, quien permaneció con ellos y tuvo a cargo la celebración cotidiana de la Santa Misa por las distintas intenciones del Barrio así como la celebración de unción de enfermos y 16 bautismos. Es de destacar también la visita de nuestro obispo Mons. Oscar Sarlinga, y de Mons. Marcelo Monteagudo, durante la cual pudieron compartir con la gente del lugar y los misioneros les contaron las experiencias vividas. Es la primera actividad misionera de este grupo en ese lugar con la intención de proyectarla a lo largo de tres años.
Por su parte también el Grupo Misionero del Movimiento Santa María de la Estrella fue a misionar a uno de los barrios de la circunscripción parroquial de Nuestra Señora del Carmen de la ciudad de Zárate. Fueron numerosos los jóvenes (en torno a 60 misioneros) que participaron de esa experiencia que se desarrolló durante los últimos días de diciembre hasta el 7 de enero. El centro de las actividades que realizaron fue la Vicaría Nuestra Señora de Fátima, en la zona del bajo de la ciudad. Estuvieron acompañados por el P. Jorge Ritacco, quien es el asesor de dicho Movimiento, y por los sacerdotes de la comunidad y el grupo juvenil de la parroquia.
En la ciudad de Belén de Escobar, en la jurisdicción de la Cocatedral Natividad del Señor, también están misionando los jóvenes de las dos parroquias de Baradero, Santiago Apóstol y Nuestra Señora de Luján. Son cerca de 15 los chicos que están recorriendo las calles del barrio que circunda el cementerio local, cuya comunidad católica se congrega en la Capilla Santa Clara, lugar que fue el centro de la misión y de las actividades que se realizan. Junto con ellos está el P. Fernando Fusari. La misión se viene desarrollando desde el lunes 3 hasta el jueves 13 del corriente.
Además los jóvenes de la Catedral Santa Florentina de la ciudad de Campana, también fueron a misionar el pueblo de Villa Lía perteneciente a al partido de San Antonio de Areco. El numeroso grupo juvenil (en torno a 40) fue acompañado por el P. Agustín Villa, que permaneció con ellos durante todos los días de la misión que tuvo lugar entre el 3 y el 9 de enero. En torno a la misión se realizaron distintas actividades, entre ellas cabe destacar la celebración de 3 bautismos y una primera comunión.






Es de subrayar la presencia y el acompañamiento de varios de los seminaristas de la diócesis tanto en estas misiones como en otras que se han realizado fuera de la diócesis. Todas estas experiencias han tenido una respuesta muy favorable por parte de la gente de lugar que los recibía. Fueron muy intensas las actividades con los niños y los numerosos sacramentos que se realizaron en ellas. La alegría ha sido reciproca tanto de las personas que fueron visitadas en sus casas o convocadas a los centros de misión al ver el rostro de una Iglesia joven con muchas entusiasmo y ganas de compartir la fe, como de los misioneros que han vivido una fuerte experiencia eclesial y de comunión con Jesucristo.

domingo, 2 de enero de 2011

SERENO, FELIZ Y PRÓSPERO AÑO 2011 ES EL SINCERO AUGURIO DEL OBISPADO DE ZÁRATE-CAMPANA PARA TODA LA FELIGRESÍA Y LOS LECTORES DE NUESTRAS PÁGINAS Y BLOGS

 EN LAS VÍSPERAS DEL PRIMER DÍA DEL AÑO SE CELEBRÓ EN LA IGLESIA CATEDRAL DE SANTA FLORENTINA LA SOLEMNIDAD DE “SANTA MARÍA MADRE DE DIOS” Y EL OBISPO TRANSMITIÓ EL MENSAJE DE LA “JORNADA MUNDIAL DE LA PAZ” DEL PAPA BENEDICTO XVI

Santa María Madre de Dios, en Belén de Escobar
En la noche del 31 de diciembre, en vísperas del inicio del Año 2010, el Sr. Obispo Mons. Oscar Sarlinga celebró la misa “de nochevieja” en la iglesia catedral de Santa Florentina, con la concelebración del cura párroco, Pbro. Hugo Lovatto, de Mons. Marcelo Monteagudo, Delegado para las misiones, y de los Pbros. Pablo Iriarte, Nestor Villa y Agustín Villa, con la asistencia del diácono permanente Ricardo Dib. En efecto, la Iglesia Católica quiere comenzar el año pidiendo la protección de la Santísima Virgen María, cuya fiesta mariana más antigua que se conoce en Occidente es la de “María Madre de Dios”, pues ya en las Catacumbas o antiquísimos subterráneos que están cavados debajo de la ciudad de Roma y donde se reunían los primeros cristianos para celebrar la Misa, en tiempos de las persecuciones, hay graffiti con oraciones y jaculatorias, así como pinturas con este nombre: “María, Madre de Dios”, como lo expresó Mons. Sarlinga en su homilía, y esto “muy anteriormente incluso” a la proclamación del dogma de la “Theótokos” o Madre de Dios en el Concilio de Éfeso, en el año 431.

SANTA MARÍA MADRE DE DIOS, Theótokos
 El Obispo se refirió a continuación a la relación entre fe y razón, y a la fe y compromiso concreto con la transformación en y por el Amor en la sociedad actual, y en ese contexto hizo alusión al propósito del Papa Pablo VI al inaugurar las “Jornadas mundiales de la Paz” precisamente para el día 1ro. de enero, lo cual hizo en el año 1968. Hizo también alusión Mons. Sarlinga a la referencia de Pablo VI a la Paz como un “nuevo espíritu” que ha de animar a las relaciones entre las personas y los pueblos, y asimismo a “hombres nuevos” que son los que, llenos del Amor de Cristo, el Príncipe de la Paz, pueden colaborar con Dios en la creación de una renovada civilización, la tan mentada “civilización del Amor”. Luego se refirió al Mensaje del Papa Benedicto XVI, centrado en la Libertad religiosa, y puso especial acento en el punto 4to. sobre la familia, y en el punto 10mo. acerca de la contribución de la religión (y de las religiones, en sociedades multi-étnicas, y multi-culturales) en la consecución de la paz, y el afianzamiento de la convivencia en la sociedad civil.

Rostro de la MADRE DE DIOS en su adv. de Ntra. Sra. de Guadalupe
Imagen auténtica de Nuestra Señora de Luján, Patrona de la diócesis
Al término de la celebración eucarística, el Obispo Mons. Sarlinga y los sacerdotes se dirigieron a la iglesia criptal (e invitaron a la feligresía a hacer lo propio) a los fines de rezar un responso por el eterno descanso del primer obispo de Zárate-Campana, Mons. Alfredo Mario Esposito Castro, junto a su tumba (ante el altar del Sagrado Corazón), dado que este 1ro. de enero se cumplió un año de su fallecimiento.

El Espíritu desciende sobre la Madre de Dios
A los fines de observar cuánto son actuales los presupuestos que llevaron a instituir la primera Jornada mundial de la Paz, en el año 1968, transmitimos a continuación en su integridad el Mensaje correspondiente de S.S. Pablo VI:

MENSAJE DE PABLO VI 1 DE ENERO DE 1968 AÑO NUEVO: DÍA DE LA PAZ MENSAJE POR LA JORNADA MUNDIAL DE LA PAZ DE 1968
 
Nos dirijimos a todos los hombres de buena voluntad para exhortarlos a celebrar el “Día de la Paz” en todo el mundo, el primer día del año civil, 1º de enero de 1968. Sería Nuestro deseo que después, cada año, esta celebración se repitiese como presagio y como promesa, al principio del calendario que mide y describe el camino de la vida en el tiempo, de que sea la Paz con su justo y benéfico equilibrio la que domine el desarrollo de la historia futura.
Nos pensamos que esta propuesta interpreta las aspiraciones de los pueblos, de sus gobernantes, de las entidades internacionales que intentan conservar la Paz en el mundo, de las instituciones religiosas tan interesadas en promover la Paz, de los movimientos culturales, políticos y sociales que hacen de la Paz su idea, de la juventud -en quien es más viva la perspicacia de los nuevos caminos de la civilización, necesariamente orientados hacia un pacífico desarrollo- de los hombres sabios que ven cuán necesaria es hoy la Paz y al mismo tiempo cuán amenazada está.
La proposición de dedicar a la Paz el primer día del año nuevo no intenta a calificarse como exclusivamente nuestra, religiosa, es decir católica; querría encontrar la adhesión de todos los amigos de la Paz, como si fuese iniciativa suya propia, y expresarse en formas diversas, correspondientes al carácter particular de cuantos advierten cuán hermosa e importante es la armonía de todas las voces en el mundo para la exaltación de este primer bien que es la Paz, en el múltiple concierto de la humanidad moderna.
La Iglesia Católica, con intención de servicio y de ejemplo, quiere simplemente “lanzar la idea”, con la esperanza de que alcance no sólo el más amplio asentimiento del mundo civil, sino que tal idea encuentre en todas partes múltiples promotores, hábiles y capaces de expresar en la “Jornada de la Paz”, a celebrarse al principio de cada nuevo año, aquel sincero y fuerte carácter de humanidad consciente y redimida de sus tristes y funestos conflictos bélicos, que sepa dar a la historia del mundo un desarrollo ordenado y civil más feliz.
La Iglesia Católica procurará llamar a sus fieles a celebrar “la Jornada de la Paz” con las expresiones religiosas y morales de la fe cristiana; pero considera necesario recordar a todos aquellos que querrán compartir la oportunidad de tal “Jornada”, algunos puntos que deben caracterizarla; y el primero entre ellos, la necesidad de defender la paz frente a los peligros que siempre la amenazan: el peligro de supervivencia de los egoísmos en las relaciones entre las naciones; el peligro de las violencias a que algunos pueblos pueden dejarse arrastrar por la desesperación, al no ver reconocido y respetado su derecho a la vida y a la dignidad humana; el peligro, hoy tremendamente acrecentado, del recurso a los terribles armamentos exterminadores de los que algunas potencias disponen, empleando en ello enormes medios financieros, cuyo dispendio es motivo de penosa reflexión ante las graves necesidades que afligen el desarrollo de tantos otros pueblos; el peligro de creer que las controversias internacionales no se pueden resolver por los caminos de la razón, es decir de las negociaciones fundadas en el derecho, la justicia, la equidad, sino sólo por los de las fuerzas espantosas y mortíferas.
La paz se funda subjetivamente sobre un nuevo espíritu que debe animar la convivencia de los pueblos, una nueva mentalidad acerca del hombre, de sus deberes y su destino. Largo camino es aún necesario para hacer universal y activa esta mentalidad; una nueva pedagogía debe educar las nuevas generaciones en el mutuo respeto de las naciones, en la hermandad de los pueblos, en la colaboración de los pueblos entre sí y también respecto a su progreso y desarrollo. Los organismos internacionales instituidos para este fin, deben ser sostenidos por todos, mejor conocidos, dotados de autoridad y de medios idóneos para su gran misión. La “Jornada de la Paz” debe hacer honor a estas instituciones y rodear su trabajo de prestigio, de confianza y de aquel sentido de expectación que debe tener en ellas vigilante el sentido de sus gravísimas responsabilidades y fuerte la conciencia del mandato que se les ha confiado.
Una advertencia hay que recordar. La paz no puede estar basada sobre una falsa retórica de palabras, bien recibidas porque responden a las profundas y genuinas aspiraciones de los hombres, pero que pueden también servir y han servido a veces, por desgracia, para esconder el vacío del verdadero espíritu y de reales intenciones de paz, si no directamente para cubrir sentimientos y acciones de prepotencia o intereses de parte. No se puede hablar legítimamente de paz, donde no se reconocen y no se respetan los sólidos fundamentos de la paz: la sinceridad, es decir, la justicia y el amor en las relaciones entre los Estados y, en el ámbito de cada una de las naciones, de los ciudadanos entre sí y con sus gobernantes; la libertad de los individuos y de los pueblos, en todas sus expresiones cívicas, culturales, morales, religiosas; de otro modo no se tendrá la paz -aún cuando la opresión sea capaz de crear un aspecto exterior de orden y de legalidad-, sino el brotar continuo e insofocable de revueltas y guerras.
Es, pues, a la paz verdadera, a la paz justa y equilibrada, en el reconocimiento sincero de los derechos de la persona humana y de la independencia de cada nación a la que Nos invitamos a los hombres sabios y fuertes a dedicar esta jornada.
Así, finalmente, es de augurar que la exaltación del ideal de la paz no favorezca la cobardía de aquellos que temen deber dar la vida al servicio del propio país y de los propios hermanos cuando éstos están empeñados en la defensa de la justicia y de la libertad, y que buscan solamente la huida de la responsabilidad y de los peligros necesarios para el cumplimiento de grandes deberes y empresas generosas: paz no es pacifismo, no oculta una concepción vil y negligente de la vida, sino proclama los más altos y universales valores de la vida: la verdad, la justicia, la libertad, el amor.
Por la tutela de estos valores, Nos los colocamos bajo la bandera de la paz e invitamos a hombres y naciones a levantar al amanecer del año nuevo: esta bandera que debe guiar la nave de la civilización, a través de las inevitables tempestades de la historia, al puerto de sus más altas metas.
A vosotros, venerables Hermanos en el Episcopado, a vosotros, hijos y fieles queridísimos de Nuestra Santa Iglesia Católica:
Dirigimos la invitación que arriba hemos anunciado: la de dedicar a los pensamientos y a los propósitos de la Paz una celebración particular en el día primero del año civil, el 1deg. de enero del próximo año.
Esta celebración no debe alterar el calendario litúrgico que reserva el primer día del año al culto de la Maternidad Divina de María y al nombre Santísimo de Jesús; antes bien, estas santas y suaves memorias religiosas deben proyectar su luz de bondad, de sabiduría y de esperanza sobre la imploración, la meditación, la promoción del grande y deseado don de la Paz, de que el mundo tiene tanta necesidad.
Os habréis percatado, venerables Hermanos y queridos hijos, con cuánta frecuencia Nuestras palabras repiten consideraciones y exhortaciones sobre el tema de la Paz; no lo hacemos para ceder a una costumbre fácil, ni para servirnos de un argumento de pura actualidad; lo hacemos porque pensamos que lo exige Nuestro deber de Pastor universal: lo hacemos porque vemos amenazada la Paz en forma grave y con previsiones de acontecimientos terribles que pueden resultar catastróficos para naciones enteras y quizá también para gran parte de la humanidad; lo hacemos porque en los últimos años de la historia de nuestro siglo ha aparecido finalmente con mucha claridad que la Paz es la línea única y verdadera del progreso humano (no las tensiones de nacionalismos ambiciosos, ni las conquistas violentas, ni las represiones portadoras de un falso orden civil); lo hacemos porque la Paz está en las entrañas de la religión cristiana, puesto que para el cristiano proclamar la Paz es anunciar a Cristo: “El es nuestra Paz” (Ef 2, 14); el suyo es “Evangelio de Paz” (Ef 6, 15): mediante su sacrificio en la Cruz, El realizó la reconciliación universal y nosotros, sus seguidores, estamos llamados a ser “operadores de la Paz” (Mt 5, 9) y sólo del Evangelio, al fin, puede efectivamente brotar la Paz, no para hacer débiles ni flojos a los hombres, sino para sustituir en sus espíritus los impulsos de la violencia y de los abusos por las virtudes viriles de la razón y del corazón de un humanismo verdadero; lo hacemos, finalmente, porque querríamos que jamás nos acusasen Dios ni la historia de haber callado ante el peligro de un nuevo conflicto entre los pueblos, el cual como todos saben, podría revestir formas imprevistas de terror apocalíptico.
Es necesario siempre hablar de Paz. Es necesario educar al mundo para que ame la Paz, la construya y la defienda; contra las premisas de la guerra que renacen (emulaciones nacionalistas, armamentos, provocaciones revolucionarias odio de razas, espíritu de venganza, etc.) y contra las insidias de una táctica de pacifismo que adormece al adversario o debilita en los espíritus el sentido de la justicia, del deber y del sacrificio, es preciso suscitar en los hombres de nuestro tiempo y de las generaciones futuras el sentido y el amor de la Paz fundada sobre la verdad, sobre la justicia, sobre la libertad, sobre el amor (cfr. Juan XXIII, Pacem in Terris).
Que la gran idea de la Paz tenga, especialmente para nosotros, seguidores de Cristo, su jornada solemne en el comienzo del año nuevo 1968.
Nosotros, los creyentes del Evangelio, podemos infundir en esta celebración un tesoro maravilloso de ideas originales y poderosas, como la de la hermandad intangible y universal de todos los hombres que deriva de la Paternidad de Dios única, soberana y amabilísima, y que proviene de la comunión que, in re vel in spe, nos une a todos a Cristo; y también de la vocación profética que en el Espíritu Santo llama al género humano a la unidad no sólo de conciencia sino de obras y de destinos. Nosotros podemos, como ninguno, hablar del amor al prójimo. Nosotros podemos sacar del precepto evangélico del perdón y de la misericordia gérmenes regeneradores de la sociedad. Nosotros, sobre todo, Hermanos venerabilísimos e Hijos dilectísimos, podemos tener un arma singular para la Paz: la oración, con sus maravillosas energías de tonificación moral y de impetración de trascendentes factores divinos de innovaciones espirituales y políticas, y con la posibilidad que ella ofrece a cada uno para examinarse individual y sinceramente acerca de las raíces del rencor y de la violencia que pudieran encontrarse en el corazón de cada uno.
Tratemos, por tanto, de inaugurar el año de gracia 1968 (año de la fe que se convierte en esperanza), orando por la Paz; todos, en lo posible juntos en nuestras Iglesias y en nuestras casas; es lo que por ahora os pedimos; que no falte la voz de nadie en el gran coro de la Iglesia y del mundo que invoca de Cristo, inmolado por nosotros, dona nobis pacem.
Paulus PP VI