martes, 18 de octubre de 2011

La diócesis de Zárate-Campana tuvo en Pilar su 5ta. Misión Joven, como todos los años


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Culminó la Vta. Misión Joven diocesana (16 de octubre) 
Tuvo lugar en Pilar (ejido urbano de la ciudad, en parroquia de Nuestra Señora del Pilar)
Como todos los años, la Misión Joven convocó una multitud de jóvenes misioneros, quienes vivieron la profunda alegría de evangelizar, al mismo tiempo que afianzaron su fe y compromiso con Cristo y la Iglesia, de acuerdo con las palabras del Beato Juan Pablo II: “la fe se fortalece dándola” (de la Redemptoris misio).
La logística organizacional, el laborioso y silencioso trabajo de la cocina y el encargo de la alimentación de los jóvenes, la organización de las visitas a las familias y las dinámicas de grupo, el equipo litúrgico y de música, estuvieron a cargo de la delegación de Pastoral de Juventud y de la parroquia anfitriona, Nuestra Señora del Pilar.
La Misión Joven es organizada por la pastoral de Juventud (a cargo del P. Hugo Lovatto con el secretariado diocesano) y con apoyo de la delegación de misiones, la puesta a disposición de la parroquia que pide la misión y toma a cargo su organización, y el acompañamiento continuo del Obispo y de los organismos pastorales diocesanos.
Este año fueron 527 los jóvenes participantes, entre los cerca de 500 inscriptos en la delegación de Juventud y los restantes “servidores” pertenecientes a la parroquia.   Durante la misión se tuvo visitas a las familias del lugar, evangelización y misión realizadas por los jóvenes, y algunos actos especiales, de carácter litúrgico, y animación misionera, así como estuvieron a disposición durante los días de misión los sacerdotes diocesanos que, numerosos (más de 20) acudieron para administrar el sacramento de la reconciliación.
Las parroquias del partido de Pilar prestaron una colaboración activa y muchos de los jóvenes misioneros eran provenientes de ellas, pero también de parroquias de Zárate, de Campana, de Baradero, de San Antonio de Areco, de Exaltación de la Cruz y de Escobar.
Durante la misión se tuvieron también algunos espectáculos, como el musical católico, a cargo del P. Poli, secundado por los jóvenes de la parroquia de Nuestra Señora de Pilar, procesión nocturna, y distintas dinámicas de grupo, que afianzaron a los jóvenes en su espíritu misionero.
En la misa de clausura, el domingo 16 de octubre, a las 11, concelebrada por 15 sacerdotes, con la asistencia de todos los seminaristas, fue presidida por Mons. Oscar Sarlinga y concelebrada por el cura párroco, Pbro. Jorge Ritacco, el vicario, Mons. Edgardo Galuppo, el Rector del Seminario, Mons. Santiago Herrera, el decano de Pilar, Pbro. Oscar Iglesias y otros sacerdotes del decanato y del resto de la diócesis.
En su homilía el Obispo destacó el espíritu misionero y esperanzador de los jóvenes, fruto de la presencia del Espíritu Santo, e hizo referencia al sentido de la misión, a la necesidad de ser “concordantes” (en el sentido de aportar concordia y unión de los corazones) y “esperanzados”, antes que “discordantes” y “quejosos”, porque con estas dos actitudes últimas, la Iglesia no hace misión. Agradeció a todos, autoridades presentes, a los laicos, especialmente a quienes tuvieron a cargo la logística de la misión (de la parroquia de Ntra. Sra. del Pilar), al colegio “Nuestra Señora del Pilar” que prestó toda su colaboración, y en especial a los jóvenes misioneros, quienes multitudinariamente participaron de la misa, junto con otros jóvenes y familias de la zona. También destacó el sentido de la “nueva evangelización”, a la expresión del Beato Juan Pablo II en la Redemptoris missio (“la fe se fortalece dándola”) y al anuncio que esa misma mañana había hecho el Papa Benedicto XVI acerca de la próxima convocación al “Año de la fe”.
A continuación ofrecemos algunos aspectos del Plan pastoral que se refieren a la Misión Joven.
La «Misión Joven» diocesana, se encuentra en el contexto de nuestra opción por la comunión y la misionariedad, que han quedado plasmados en nuestro «Plan Pastoral diocesano», el cual, en la INTRODUCCIÓN, I: «ORIENTACIÓN FUNDAMENTAL del PLAN» nos habla en primer lugar de la dimensión «discipular» a la que nos llama el Documento de Aparecida, a saber:
“En este sentido, dicho Documento de Aparecida nos lleva a ver en dicha pastoral orgánica una dimensión discipular: “Una dimensión constitutiva del acontecimiento cristiano es la pertenencia a una comunidad concreta, en la que podamos vivir una experiencia permanente de discipulado y comunión con los sucesores de los Apóstoles y con el Papa”.
La «conversión a Jesucristo» es fundamental para redescubrir el sentido de la misión; por esta causa sigue diciéndonos nuestro «Plan»:
“A los fines de asegurar la vitalidad de esta pastoral ordinaria y orgánica sobre todo hemos de retomar con energía el proceso de la reforma y conversión de nuestras parroquias, procurando su renovación en profundidad y en ámbito evangelizador, aprovechando la totalidad de sus potencialidades pastorales para llegar efectivamente a cuantos le están encomendados, asumiendo de modo decidido y convencido un «estado permanente de misión», en primer lugar dentro de su propio territorio”.
Por supuesto, tenemos una historia, y la vocación por la dimensión misionera de toda la pastoral hemos venido trabajándola en las distintas instancias de nuestra Iglesia local desde hace más de tres años. En nuestro «Plan Pastoral» (en el capítulo I: «EL CAMINO PASTORAL RECORRIDO NOS ORIENTA, Y NOS ALLANA EL CAMINO POR RECORRER»), en el n. 2, se nos brindan «Orientaciones programáticas efectivamente realizadas y re-asumidas en este Plan Pastoral», entre las cuales las siguientes:  -La Misión como una necesidad permanente y una actitud necesaria para la evangelización de nuestra diócesis. -El impulso de la Pastoral de Juventud y Pastoral Vocacional -El apoyo a los Movimientos eclesiales en la diócesis y a su integración en la Pastoral orgánica.  Asimismo, en el capítulo I, n. 7, cuando se habla de la profundización en la dimensión evangelizadora de toda la Pastoral, se nos recuerda a todos que “(…) el Proyecto pastoral debe profundizarse aún más al considerar el aspecto evangelizador, el objetivo de lograr una diócesis misionera. También en ese sentido, el «camino recorrido», o la misma realidad eclesial vivida, tiene mucho para proponernos.  Ya se había reflexionado sobre la necesidad de la misión entendida en primer lugar hacia dentro de la misma comunidad diocesana. Ése es el sentido del llamado “estado de misión”.  En el Mensaje que nos dirigió nuestro Obispo con motivo de la apertura del «Año Paulino Jubilar» nos decía nuestro Pastor:  “Este tiempo de gracia es ocasión propicia también para que reflexionemos en la relación esencial entre justicia y caridad, virtudes inseparables, tema al cual el Papa le ha dedicado una especial consideración en la segunda parte de su Encíclica «Deus Caritas est». No existe caridad sin justicia. Al mismo tiempo, el cristiano está llamado a buscar siempre la justicia, llevando dentro de sí el impulso superador que proviene del Amor, que supone la justicia y la trasciende. Reaprender a ser justos, a compartir, a crear condiciones de justicia y paz, implica abrir el corazón a Dios y a los hermanos. Que sea éste un tiempo en que podamos ver cómo la fe abre puertas extraordinarias al trabajo por un orden justo en la sociedad, a una «caridad social» rectamente entendida y aplicada, y en particular en lo referente a los fieles laicos, en la participación personal en la vida pública, cooperando con los demás ciudadanos” (Carta pastoral del Obispo con motivo del Año Paulino”)  Ahora entonces, fijémonos en la referencia concreta que hace el «Plan Pastoral diocesano» a las misiones juveniles (capítulo I, n. 7):  “La propuesta y puesta en práctica de las «misiones juveniles» llevadas a cabo en distintas ciudades y localidades de la diócesis por parte de grupos de jóvenes misioneros ha tenido una importancia clave en el conocimiento mutuo, en el amor por el sentido de la misión, y en la revitalización de comunidades católicas que hasta ahora habían sido visitadas más bien por otros grupos religiosos o incluso por sectas”.  Conjugando la Pastoral Litúrgica, con la de Juventud, con la Pastoral misionera, la vocacional y la caritativa institucional, fueron planificadas las misiones juveniles en el mismo lugar, ciudad o partido donde iban a ser celebradas las Fiestas Patronales diocesanas (en torno al 8 de mayo), día en que se viene llevando a cabo una entera «Jornada Pastoral», compuesta principalmente por la dimensión catequística, juvenil y caritativa”.  Todo un programa de vida y de vida misionera. Pongamos aquí nuestro corazón, para que tantos hermanos se encuentren con la Palabra de Jesucristo, con la Eucaristía, que se reconcilien con el Señor y con la Iglesia, que es el Cuerpo de Cristo y Pueblo de Dios, que se reconcilien con el Amor con el que Dios nos amó, y dén de ese Amor a los demás, para construir una sociedad nueva.

jueves, 13 de octubre de 2011

La Virgen del Pilar convocó a multitud de fieles para sus fiestas patronales e inicio de la Misión Joven 2011

Las festividades de Nuestra Señora del Pilar, en las que estuvieron presentes nuestro obispo, Mons. Oscar Sarlinga, 25 sacerdotes (entre los cuales Mons. Edgardo Galuppo, vicario general, el cura párroco, Pbro. Jorge Ritacco y el Pbro. Oscar Iglesias, decano de Pilar), diáconos permanentes y muy numerosos fieles, tuvieron este año un significado especial, de carácter misional. Se hallaban presentes en la misa el Sr. Itendente municipal y distintas autoridades municipales.
Mosaico de la Virgen del Pilar
Como todos los años, ya en las fiestas patronales de la diócesis (el 8 de mayo) o en otra festividad de la Virgen María (en este caso, el 12 de octubre) la diócesis de Zárate-Campana da inicio a la “Misión Joven”, es decir, el gesto de misionariedad que jóvenes misioneros realizan en una localidad o ciudad que se elige el año anterior por el consejo presbiteral.  Para este año 2011 se eligió la fecha en torno de Nuestra Señora del Pilar puesto que para la fecha de la Virgen de Luján numerosos laicos (y también el obispo) participaron del Ier. Congreso Nacional de Doctrina social de la Iglesia.
Según datos de la Delegación de Pastoral de Juventud, este año son cerca de 500 (inscriptos al día de ayer, 12) los jóvenes que misionarán la parroquia de Nuestra Señora del Pilar, en Pilar (Provincia de Buenos Aires) con el lema “Con María, anunciemos al Dios de la Vida”. Se informará del curso de la misión en esta página web del obispado y en la página web de la parroquia del Pilar (http://www.parroquiadelpilar.org.ar/index.html), que puede consultarse también desde ésta.
En cuanto a las festividades en sí de Nuestra Señora del Pilar, con multitudinaria participación, pese a las persistentes lluvias, dieron inicio, como se ha dicho, al estado de misión, que durará hasta el día 16, con la misa de clausura, que presidirá el obispo. Ya en la vigilia del 12 de octubre, los jóvenes de la comunidad parroquial comenzaron las “Mil Ave María” en el templo parroquial, habiendo finalizado con el “Rosario iluminado” a las 24.
La novena de las fiestas patronales incluyó la temática de la caridad, el afianzamiento de la comunidad parroquial como “comunidad de comunidades”, los enfermos, la oración por los difuntos, los jóvenes y las bienaventuranzas, la familia, la educación y la misionariedad (el estado de misión y la dimensión misionera de la pastoral, e incluso de toda la vida cristiana en tanto testimonial), lo cual, como dijo Mons. Sarlinga en su homilía del día 12, constituyen otros tantos “pilares” que cimientan la pastoral parroquial y diocesana. En presencia de las autoridades municipales y de todo el pueblo, el Obispo se refirió a la lectura de la carta de San Pablo a los Romanos, y dijo que constituía como “todo un código de ética católica”, es decir, de auténtica moral, y mencionó a continuación las realizaciones prácticas de “vivir en armonía y en paz” como pide el Apóstol, “siendo que en toda sociedad, algunos conflictos son inevitables, pero siempre han de ser resueltos en la justicia y en la paz” –dijo-. Narró luego la aparición de la Santísima Virgen al Apóstol Santiago y a los discípulos, en el año 40, en Caesaraugusta (Zaragoza) y como los confortó con la virtud de la fortaleza, “la cual debemos siempre implorar de Dios, junto con la alegría, “la alegría discipular” –mencionó- citando a San Agustín, al que llamó “profundo conocedor del alma (y de la «psykhé») humana”, y se refirió a una de sus cartas en la que habla del tema, a saber: “Dado que Jesús mismo es la alegría de sus discípulos, esta afirmación del Señor se halla en perfecta armonía con lo que dice San Pablo: «Una vez resucitado de entre los muertos, Cristo no muere más, y la muerte ya no tiene poder sobre él»” (SAN AGUSTÍN, In Joannem, 101,3). Acotó Mons. Sarlinga que “el desafío, sin embargo, radica en entrar cada día más en contacto existencial con Jesús Resucitado, a través de la vida del discípulo, la oración, los sacramentos y la práctica de la virtud teologal de la caridad, y su dimensión social en la solidaridad”.
Al término de la eucaristía, el cura párroco, Pbro. Jorge Ritacco, saludó y agradeció al Obispo, al Sr. Intendente y autoridades presentes, y a toda la comunidad parroquial, a la cual agradeció especialmente la colaboración en las fiestas patronales, a la vez que dio noticia del inicio de la Misión joven y explicó cómo se irá desarrollando en sus diversos momentos de oración y actividades misionales.
Para información sobre el curso de la misión en:
http://www.parroquiadelpilar.org.ar/index.html

miércoles, 5 de octubre de 2011

Colación de ministerios en la catedral Santa Florentina

 
Numerosos fueron los seminaristas que recibieron la admisión a las Sagradas Órdenes en la iglesia catedral de Santa Florentina, en Campana, y también el obispo confirió el lectorado. Asimismo, recibieron ministerios los candidatos al diaconado permanente, perrtenecientes a la Escuela diocesana de ministerios. En la diócesis se ha producido un aumento de las vocaciones sacerdotales, y al mismo tiempo, conforme al Plan pastoral, se ha señalado que el diaconado permanente es una vocación específica, que no suple al sacerdocio ministerial sino que desempeña una misión propia en la Iglesia. Señaladamente se ha notado que los mismos diáconos permanentes se han ocupado en las parroquias por el aumento, perseverancia y santificación de las vocaciones sacerdotales y religiosas, y en algunos casos forman parte de las obras de las vocaciones parroquiales.

Después de la proclamación del evangelio el obispo se dirijio a los seminaristas con estas palabras:
"Ustedes queridos hijos se presentan hoy a la iglesia para ser admitidos como candidatos al orden sagrado. Cristo mandó "rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha". Ustedes conociendo la preocupación del Señor por su pueblo y teniendo en cuenta la necesidad de la Iglesia, se sienten preparados para responder con generosidad al llamado del Señor y decirle con el profeta "aqui estoy, enviame", y confiando en él esperen realizar con fidelidad su vocación."

Luego se refirio a los lectores y acólitos exhortandolos con palabras paternales:
"Como lectores ayudarán en la misión de predicar el evangelio a todos los hombres y por eso recibirán un oficio particular en el pueblo de Dios: oficio que está al servicio de la fe que se nutre de la Palabra de Dios. Vivan este ministerio con total comunión de fe. Ustedes futuros acólitos participarán de un modo singular en el ministerio de la Iglesia cuya vida tiene su cumbre y fuente en la eucaristía, por la que es edificado y crece el pueblo de Dios."

Por último con encendidas palabras invito a los fieles presentes y en especial a los seminaristas y sacerdotes a pedir la gracia de revivificar en todos nosotros la esperanza teologal, a cultivar una verdadera pasión por la evangelización y misión de la Iglesia, y a no dejarse desanimar por las insidias del enemigo, el se manifiesta de diferentes formas en el mundo, tantas veces a través de estructuras, de la índole que fuera, para hacer ver de tal modo que no obra "personalmente" con su insidia (citó para ello un discurso del Beato Papa Juan Pablo II en la isla de Madeira, de 1995) y señaló que es el pecado y sus consecuencias, que siempre es "de las personas" (aunque afecte a las estructuras) el que actúa, y que hemos de vencer toda insidia, todo movimiento al desánimo y al desencanto, con la Gracia de Dios y la ayuda de la Virgen.

Muy numerosos fueron los jóvenes presentes, amigos y familiares de los seminaristas, y también miembros de las familias de los candidatos al diaconado permanente.

Luego de la misa el obispo junto a algunas decenas de sacerdotes, más los amigos y familiares de los seminaristas compartieron un fraterno agape en el Club de Bomberos voluntarios de la ciudad de Campana.